Sobre el mundo de los bailes populares en Andalucía hay un enorme interés derivado de la creencia de que el flamenco tiene su origen en ellos. Es difícil determinar cuándo lo popular andaluz se convierte en flamenco, pero si consideramos que lo flamenco es un arte y, por tanto, debe estar interpretado por un artista dotándolo de su propia impronta, su propia personalidad, es evidente que esto significa que el artista debe ser conocido y reconocido.
Ahora bien, no cabe duda de que en su origen ese artista, al menos hasta no hace mucho, ha vivido y convivido entre el pueblo y que de él ha aprendido lo esencial de su arte.
En uno de sus libros sobre el Flamenco, Rocío Plaza Orellana reproduce este curioso cartel donde se anuncia un «Baile de gitanos» en una venta de Lebrija en 1781.
Por supuesto que en este momento aún no hay nombres y pasarán algunos años hasta que resuenen algunos en España y en Europa. Entre estos hay varios que están unidos a la apreciación creciente que conocen en Europa bailes como el bolero y la cachucha, hasta el punto de ser presentados en la Ópera de París. Allí se hicieron muy populares Dolores Serral y Mariano Camprubí con El bolero, y Francisco Font y Manuela Dubinon con Los corraleros de Sevilla en 1834. Pero, antes que ellos, triunfó María Mercandotti, que sería conocida como la «Venus andaluza», aunque su éxito no vino tanto de la mano de estos bailes como del ballet romántico.
Parece ser que María Mercandotti había nacido en Cádiz en 1801 y que con apenas 14 años llamó la atención de James Duff, cuarto conde de Fife, que se la llevó a Londres, en compañía de su madre. Por aquel entonces The Times exaltaba su manejo de las castañuelas
María hizo pronto las delicias de los ingleses bailando en el Pabellón Real de Brighton y más tarde Duff la matriculó en la Academia Real de Música de París, donde cursó estudios con Armand Vestris. Así sería ella la encargada de ejecutar el papel principal del ballet Cendrillon, compuesto por Fernando Sor -con el que Duff había combatido en España-, en el King's Theatre de Londres el 22 de marzo de 1822. Justo un año después se casó con Edward Hughes Ball, del que terminaría separándose.
La fama de la Mercandotti ha hecho que de ella se conserven varios grabados satíricos que aluden a su elevación social gracias al matrimonio con el adinerado Hughes, conocido como Golden Ball, en aquellos años.
Como puede apreciarse, estos cartones la recuerdan como bailarina de ballet y no de fandangos o cachuchas. Aún los bailes andaluces tardarían una década en tener éxito en los escenarios europeos.
Ahora bien, no cabe duda de que en su origen ese artista, al menos hasta no hace mucho, ha vivido y convivido entre el pueblo y que de él ha aprendido lo esencial de su arte.
En uno de sus libros sobre el Flamenco, Rocío Plaza Orellana reproduce este curioso cartel donde se anuncia un «Baile de gitanos» en una venta de Lebrija en 1781.
Por supuesto que en este momento aún no hay nombres y pasarán algunos años hasta que resuenen algunos en España y en Europa. Entre estos hay varios que están unidos a la apreciación creciente que conocen en Europa bailes como el bolero y la cachucha, hasta el punto de ser presentados en la Ópera de París. Allí se hicieron muy populares Dolores Serral y Mariano Camprubí con El bolero, y Francisco Font y Manuela Dubinon con Los corraleros de Sevilla en 1834. Pero, antes que ellos, triunfó María Mercandotti, que sería conocida como la «Venus andaluza», aunque su éxito no vino tanto de la mano de estos bailes como del ballet romántico.
Parece ser que María Mercandotti había nacido en Cádiz en 1801 y que con apenas 14 años llamó la atención de James Duff, cuarto conde de Fife, que se la llevó a Londres, en compañía de su madre. Por aquel entonces The Times exaltaba su manejo de las castañuelas
María hizo pronto las delicias de los ingleses bailando en el Pabellón Real de Brighton y más tarde Duff la matriculó en la Academia Real de Música de París, donde cursó estudios con Armand Vestris. Así sería ella la encargada de ejecutar el papel principal del ballet Cendrillon, compuesto por Fernando Sor -con el que Duff había combatido en España-, en el King's Theatre de Londres el 22 de marzo de 1822. Justo un año después se casó con Edward Hughes Ball, del que terminaría separándose.
La fama de la Mercandotti ha hecho que de ella se conserven varios grabados satíricos que aluden a su elevación social gracias al matrimonio con el adinerado Hughes, conocido como Golden Ball, en aquellos años.
Como puede apreciarse, estos cartones la recuerdan como bailarina de ballet y no de fandangos o cachuchas. Aún los bailes andaluces tardarían una década en tener éxito en los escenarios europeos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario