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martes, 28 de febrero de 2012

La última voluntad del diputado ecuatoriano Mexía Lequerica (1777-1813)

A través del blog de Alberto Ramos, Calle Ancha, nos hemos enterado que la historiadora Gloria Zarza ha publicado «La última voluntad del diputado quiteño José Mexía Lequerica» en la revista Estudios Humanísticos. Historia (10). Según explica su autora, el artículo pretende aclarar distintos datos historiográficos sobre la vida del diputado a Cortes por el Nuevo Reino de Granada, José Mexía de Lequerica, a través de la documentación consultada en los Archivos Históricos, Municipal y Provincial de Cádiz, además del Archivo Parroquial de San Antonio.
Mexía Lequerica fue uno de los diputados más activos en los debates de las Cortes de Cádiz y parece que, además de defender los intereses americanos, mantuvo colaboración y diálogo con algunos de los diputados y escritores más liberales de la ciudad, entre los que cabe señalar al extremeño Bartolomé José Gallardo, autor del afamado Diccionario crítico-burlesco y uno de los principales redactores del famoso periódico la Abeja española. En este periódico se publicaron algunos documentos, supuestamente secretos, que dieron origen a una sonada controversia sobre los debates secretos de las Cortes. 
Cuando Mexía Lequerica llegó a Cádiz, ya estaba casado desde 1798, con la hermana de su amigo y paisano Eugenio Santa Cruz y Espejo. Manuela Espejo, bastante mayor que él -tenía 44 años mientras Mejía cumplía los 23-, tenía una inusitada preparación intelectual. Participaba en las tertulias que se mantenía en su casa, a que acudía Lequerica, entre otros que luego formarían parte de la Sociedad de Amigos del País. Carlos Paladines la supone autora del artículo «Erophilia», que apareció en el nº 4 de la revista que servía de órgano de difusión de dicha sociedad, Primicias de la Cultura (1791), donde denunciaba la exclusión de las mujeres del mundo de las ciencias y las artes.
Lamentablemente la trayectoria intelectual y política de Mexía Lequerica se vio abortada por la epidemia de fiebre amarilla que asoló Cádiz el verano de 1813. Los liberales temían que la mencionada -y tan cacareada por entonces- epidemia no fuera real, sino una excusa para forzar el traslado de las Cortes a Madrid, donde se suponía habría un ambiente más propicio a los intereses inmovilistas y reaccionarios -como luego quedaría patente-, así que Lequerica decidió presentarse voluntario para inspeccionar el hospital de campaña donde eran atendidos los enfermos. Lequerica contraería la enfermedad y moriría a finales de octubre de dicho año, dejando por heredera universal a su vecina Gertrudis Salanova y Benito, aunque confiaría el secreto de su matrimonio ecuatoriano a su primer albacea, para que obrara en conciencia.
En el mencionado estudio, Gloria Zarza decubre algunos aspectos sobre aquellos últimos años del quiteño, «con quiénes compartió el final de su vida, cuáles fueron sus últimas voluntades antes de fallecer, y cómo éstas se llevaron a cabo por sus albaceas testamentarios», ofreciendo así una visión novedosa sobre algunos aspectos de uno de los diputados americanos más interesantes del Cádiz doceañista.

lunes, 27 de febrero de 2012

Música en las Cortes de Cádiz. El año de 1812. Apuntes III

En la breve incursión que hice en las páginas del Diario Mercantil, para el trabajo «La conjura de Orfeo. Música en tiempos de guerra (1808-1814)», se constata que siguen representándose comedias de gusto barroco, como El hechizado por fuerza, seguidos de música y sainete, y que esta afición al teatro barroco se mantiene a lo largo del año, aunque en ocasiones, como indicaré a continuación, suben a escena algunas tragedias de nuevo cuño, caso de las debidas a Manuel José Quintana y Martínez de la Rosa, principalmente. 
El 5 de enero hay doble función: en primer lugar, la comedia El pintor fingido, seguida de baile, danza asiática y sainete y, en segunda función, El hechizado por fuerza, seguida de tonadilla, seguidilla y sainetes; el 10 de enero El mejor alcalde el Rey, tonadilla, baile inglés y sainete; el 12 de enero función doble Las vísperas sicilianas, tonadilla, bailes y tragedia burlesca y, segunda función, La esposa amable, bailes y sainete.
La cartelera incluye también, a veces, tragedias de nuevo cuño como El duque de Viseo de Quintana, pero, igualmente, seguidas de música y sainete (22-1-1812). La función se repite hasta el día 26 en que hay función doble, la primera con la misma tragedia, tonadilla y sainete y la 2ª función con El fruto de un mal consejo contra el mismo que lo da, o sea, el prisionero de guerra, música y sainete. El 23 de febrero se anuncia la representación de El arca de Noé, con intermedio de música, y una danza asiática como broche final. La del 4 de marzo, El juicio de Salomón, seguido de música y baile. Del 16 al 18 del mismo mes, el oratorio sacro (en 3 actos) El pródigo y rico avariento, seguido de música y baile.
A partir del 31 se vuelve a la fórmula de comedia o tragedia, seguidos de música y sainete. El 6 de abril 1812 se representa Cristóbal Colón comedia, un dúo de ópera, boleras y sainete. El 12 de julio le toca el turno a La dama sutil, seguida de música y baile. Incluso el 14 de julio, en que se anuncia el traslado de unas clases «de primera educación a la calle Hércules por el bombeo», se representa curiosamente El Esplín, con intermedio de música y sainete. Al día siguiente se pone en escena El hombre convencido a la razón o la mujer prudente, seguido de baile asiático y sainete. Así pues, la fama de que la diversión no la interrumpían las bombas queda demostrada. En 1814 los teatros madrileños pondrán de moda las sinfonías orientales.
Una sinfonía de Haydn, seguida de la tragedia La viuda de Padilla, un dúo de ópera, boleras y sainete es una combinación que se repite del 21 al 23 de octubre de 1812. Otra sinfonía sin identificar, seguida de La dama labradora en dos actos, boleras, un cuarteto, la guaracha, y sainete son las obras seleccionadas para componer una función con «iluminación», cuyo producto se destinará íntegramente al ejército el 30 de octubre.
A este repaso sobre la escena de 1812, aún queda por aportar la utilización de la música en las ceremonias de legitimización del nuevo poder y la presencia de la música en las reuniones privadas, que dejaremos para la próxima ocasión.
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