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martes, 8 de marzo de 2016

María Ángela de Tellería. En torno al 8 de marzo.

          Un colega y mejor amigo me ha pedido un artículo sobre la participación de las mujeres en la guerra para el próximo monográfico «Armas y faldas» de la revista Crítica Hispánica, así que de nuevo el 8 de marzo me va a coger liada con las «mujeres guerreras».
Fuente: http://www.zumalakarregimuseoa.eus/es
          A veces, algunos temas nos persiguen más de lo que quisiéramos pero, por otra parte, en ocasiones como esta, dan ganas de buscarse un traje de guerrillera para salir a defender nuestros derechos. Desde luego, los derechos de todos, pero una vez más, los de las mujeres. Y no hace falta recordar que estamos en plena crisis de refugiados, que se superpone a otras tantas crisis...
          Luchar por los derechos de las mujeres, recordar que si tenemos los mismos deberes, debemos se consideradas igualmente capaces, que debemos ser igualmente remuneradas y tener los mismo derechos a la salud, a la educación, al trabajo, a la vivienda, al descanso o la felicidad, puede resultar cansino, pero sigue siendo, a día de hoy, cada vez más necesario.
          Así que hoy, sin necesidad de disfrazarme de hombre, ni engañar al enemigo, traigo aquí a esta guipuzcoana de Elguera, que a sus 26 años, vestida unas veces de mujer y otras travestida, se atrevió a salvar a jefes y soldados españoles, prisioneros en Durangoy a esconder a otro, que estaba herido, por espacio de un mes.
      Conocida su proeza fue mandada apresar. Una vez en la cárcel, rechazó las ofertas de sus captores, e hizo frente a sus amenazas, hasta que fue liberada por un guerrillero que la condujo a Bilbao.  Vuelta a apresar, es llevada a Vitoria y condenada a muerte.
     Conducida ante el gobernador de S. Sebastián, Thouvenot, Mª. Ángela Tellería «en su lengua vascongada» le replica «que así como él era buen patriota francés, ella era buena patriota española; que ninguna cosa mala había hecho, Señor, y que pudiendo, volvería a ejecutar lo mismo, Señor».
     Finalmente, liberada a cambio de 15 prisioneros franceses y, obligada a salir del territorio francés, será conducida ante Porlier, que certificará sus hazañas para que sea debidamente recompensada.
      De manera que, al final, toda lucha tiene su compensación. Así sea.

 

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