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viernes, 5 de abril de 2013

MUJERES Y CULTURAS POLÍTICAS EN ESPAÑA, 1808-1845.


Con este título acaba de publicar la Universidad Autónoma de Barcelona un libro donde se examinar la relación de las mujeres con las culturas en la España Liberal. Dividido en tres partes, la primera de ellas «Mujeres y cultura religiosa» recoge, en primer lugar, varios estudios (Fabre, Caffiero, Yetano, Cantos, Caminal y otros) dedicado a las mujeres y a la cultura religiosa, dado que en esa época dicha cultura condicionaba las actitudes políticas de las españolas. La segunda, con dos extensos trabajos (Jaffé y Martín-Valdepeñas, y Castells, Fernández y Yépez), se refiere a la cultura ilustrada y a la liberal, y la tercera (Yetano) trata de la cultura antiliberal de las españolas hostiles a todo lo que estaba comportando el liberalismo como salida al Antiguo Régimen. En definitiva, recuerda la editora, Ana Yetano, «a caballo entre la Ilustración, el liberalismo, el antili-beralismo y el Romanticismo, las mujeres han quedado fuera de la historiografía. Recuperar las individualidades y sus colectivos específicos como ejemplos de comportamientos femeninos de la época es necesario para comprender en mayor medida el alcance del protagonismo de las españolas, y ese ha sido el principal objetivo de este libro»
          En este contexto se sitúa mi trabajo «Mujeres y religión durante la guerra de la Independencia y Cortes de Cádiz. Participación femenina en una nueva cruzada». En él parto de la idea de que la llamada Guerra de Independencia que mantuvieron los españoles contra el ejército invasor reavivó la difusión y revitalización del pensamiento reaccionario y en tales circunstancias se explica también que esa guerra se viviera como una guerra santa, como una nueva cruzada. En el caso de las mujeres, estas vivencias se asumen casi siempre de forma no problemática y a veces con una implicación nada tibia, sino con un fervor extremo, riguroso, casi ultra-ortodoxo. Excepcional resulta, por el contrario, la explicitación de cualquier tipo de discrepancia ni siquiera con respecto a tales posicionamientos ultramontanos. En este trabajo realizo un acercamiento a los discursos patrióticos que se nutren de las fuentes bíblicas y religiosas en general, como a aquellos que abordan directamente la cuestión religiosa, como parte del debate ideológico y político que también se planteó en aquellos años.

domingo, 31 de marzo de 2013

Literatura y periodismo II. La carta y su versatilidad.

        Comentaba en una entrada anterior, de qué manera la correspondencia, el correo y concretamente la carta, habían permitido a la prensa periódica establecer un vínculo más directo y más estable con el lector, prestándole voz, aunque a veces fuera imaginada, y ofreciéndole una posibilidad de identificarse más estrechamente con el interlocutor al que se dirige el periodista. Decía también que la carta es, evidentemente, anterior a la literatura periodística y eso explica que a través suya, muchas funciones epistolares se hayan incorporado al periódico. 
            En este sentido, entre los antecedentes de la literatura periódica, suelen citarse las relaciones, textos narrativos donde se da cuenta de acontecimientos extraordinarios o notables, con un fin a veces informativo, pero no debe olvidarse que, buena parte de las informaciones vitales para el gobierno de una nación se transmitían a través de la correspondencia diplomática, de modo que, en ocasiones, la carta se convertía en fuente de información periodística.
            Claro que la carta no solo da cuenta de acontecimientos de interés informativo, también, como literatura personal, ofrece opinión y crítica, al permitir una visión distanciada ––generalmente en el espacio, pero a veces también en el tiempo–– de los hechos, los lugares, las costumbres o las personas. Y esa óptica ajena, en ocasiones extranjera y extraña, es lo que permitía también al escritor insertar una crítica más desapasionada. Así lo vio Montesquieu en sus Cartas persas, Cadalso en su Cartas marruecas y Nipho (1719-1803), incidiendo más en el aspecto informativo, primero en en su Estafeta de Londres: obra periodica, repartida en diferentes cartas, en las que se declara el proceder de la Inglaterra, respecto a sus costumbres, industria, artes, literatura, comercio, y marina (1762), en su Correo de España y noticias importantes de agricultura, artes... (1769) y, más tarde, en su Estafeta de Londres y extracto del Correo General de Europa (1786).

            Años más tarde será otro escritor y periodista, José Mª Blanco y Crespo (Sevilla, 1775-Liverpool, 1841), Blanco White, colaborador de Quintana en el Semanario Patriótico, el que en sus Cartas de Juan Sin Tierra (1811), Cartas de España (1822), se serviría del género epistolar para ofrecer una visión crítica de una nación a la que había decidido renunciar y daría luego entrada a numerosas cartas críticas en su periódico londinense El Español, entre ellas su «Carta sobre la Inquisición», de 30 de abril de 1811. 
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