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viernes, 4 de mayo de 2012

El café de Levante y el ciclo "Mujeres en el café"

Como adelanté ayer, la de anoche fue una espléndida velada. Menos mal que ya va anocheciendo más tarde y el viernes anuncia el ansiado fin de semana que nos permite reponernos de las horas que hemos ido robando al sueño en los días precedentes.
           Como las "Tertulias que hacen Historia", la que mantuvimos anoche en el café de Tere Torres, muy bien conducida por la periodista Charo Ramos, fue una ocasión espléndida para viajar por nuestra historia, asomarnos al esplendor cultural del XVIII gaditano, emocionarnos con la efervescencia política del Cádiz de las Cortes, evocar las vivencias de tabernas y cafés de aquellos años, y, especialmente en este ciclo de "Mujeres en el café", recuperar la historia desconocida, tapada o eliminada de unas mujeres que también tienen derecho a formar parte de nuestra memoria cultural.
           Mujeres que lucharon por participar en la vida política, por intervenir en aquellos debates de los que las Cortes habían querido expulsarlas, crear opinión pública, y publicarla, ya fuera en folletos, libros o periódicos que con tanta avidez eran leídos en aquellos años, aunque se las mirara como "marisabidillas" o "literatas", que mejor debían ocuparse de las labores domésticas en vez de instruir al público; mujeres en fin con una tenacidad, una capacidad y un espíritu de lucha que estimula a reflexionar sobre el presente. 
           Sin nostalgia, pero sí con la conciencia crítica de que los gaditanos debemos hacer más por conocer nuestra historia, por saberla transmitir a nuestros allegados y a quienes nos visitan, por convencernos de que aquel mundo tan bien recreado por Ramón Solís o más recientemente por Alberto González Troyano en El Cádiz Romántico: un paseo literario -os invito a leerlo- nos sigue aportando mucho hoy, si sabemos apreciar su legado. 
           Un Cádiz misterioso y atractivo, rico en su comercio pero sobre todo en su cultura, su música, su pintura, su literatura... Un Cádiz, en fin, con el que ciudadanos y políticos debían identificarse y tener la suficiente sensibilidad -más allá del Bicentenario- para saber enseñar a disfrutar a nuestros hijos y también, desde luego, a esos viajeros que ya en otras ocasiones, hace más de 200 años, se sintieron atrapados por su belleza, sus costumbres liberales, su cosmopolitismo y su afán de abrirse y absorber aquellas novedades -políticas y culturales- que venían de Europa y América. 
           Pero no lo olvidemos, como apunté ayer, es necesario que nos convenzamos de que nuestro presente y nuestro futuro, nuestros derechos, como el de la libertad de expresión, entre otros, no atañe solo a políticos o periodistas, sino a todos los ciudadanos, y es precisamente la falta de ciudadanos activos lo que puede poner en peligro una democracia, que hace 200 años no pudo ser, pero que, aun cuestionada, vive hoy. 
           Ese aviso, el de la necesaria conciencia y lucha ciudadana, es el legado del Bicentenario.

Cafés.

Como recuerda muy bien Ramón Solís en El Cádiz de las Cortes, el café era una institución muy arraigada en el Cádiz del XVIII, aunque no creo que en esta ciudad fuera donde se inauguraran los primeros cafés. Parece, por el contrario, que el primero de ellos se inauguró en Sevilla en 1758, un siglo después de que se abriera en Oxford (1650) el primero europeo, seguido de los de Marsella (1661), París (1672) y Viena (1683). Venecia se pondría de moda a principios del XVII con cafés como El Florian (1720). En todo caso, el café sí evidencia el aire cosmopolita de la ciudad.
Las Actas capitulares del Ayuntamiento gaditano solo nos dan noticias a partir de 1770, aunque tratándose de arbitrios impuestos esto significa que pudieron existir antes; y, efectivamente, la Pensadora en el “Pensamiento XVIIº”, en que se trata “De la Sociedad”, (1763, t. II), hace referencia a estos locales y a una conversación, supuestamente mantenida en uno de ellos, acerca de los disparates de peluqueros, zapateros, tabaco y dados, únicas materias que son admitidas tanto en las charlas de cafés como de en las concurrencias de la “comedia y alameda”. La crítica que hace "La Pensadora" a los caballeros que asisten a estos lugares de esparcimiento es que solo ocupen su ocio en juegos de dados, demostraciones de baile, de agudezas, galanterías y conocimientos de modas y desdeñan todo ocio útil.          
Pocos años después es el sainetero Juan Ignacio González del Castillo quien en El café de Cádiz pone de manifiesto cómo para los hombres de su siglo este era un recinto eminentemente masculino. Los hombre suelen acudir a leer la prensa a informarse de sus intereses económicos y no acostumbran a permitir la entrada a mujeres. Por eso Frasquito, el empleado, trata de impedir a Manolo que entre en el lugar acompañado de dos majas. El oficial Narciso trata de interceder ante las damas haciendo comparecer al dueño del establecimiento, pero este rechaza su propuesta al asegurar que tienen una notificación y multa por haber desobedecido la orden que prohíbe que las mujeres entren en este tipo de locales. Narciso asegurará al dueño que él se hará cargo de la posible multa y Manolo entra en el café acompañado de Pepa y Curra. El arreglo no parece durar mucho, pues unos piropos de los usías a las majas dan lugar a una bulla que provocará la llegada de un Ministro de la Justicia, que terminará por imponer una nueva sanción al dueño del café. 
 Llegados los años de las Cortes, estos locales irán adaptándose a los nuevos usos sociales y ampliando sus servicios para tratar de atraer a mayor clientela. A la altura de 1810, los cafés son ya locales de éxito, frecuentados por una concurrencia que al tiempo que degusta el café pasa sus ratos de ocio entre chismorreos y anécdotas, como la que circula sobre la mujer de Napoleón:
           "Se ha oído en los cafés la anécdota de que Josefina dijo un día a Bonaparte que despidiese de su servicio al consejero de estado Treilhard, por ser un bribón. Si yo echase, respondió el francés, a todos los pícaros y bribones que me rodean, muy pronto dejaría de reinar: yo los desprecio, pero es necesario emplearlos" (24 de octubre). 
            No es difícil imaginar que la lucha contra el francés diera pábulo a todo tipo de rumores, chascarrillos y sátiras. Por otra parte, como indicaba antes, a medida que la afluencia de foráneos a Cádiz es mayor, los cafés, como cualquier otra tienda, compiten en ofrecer un surtido variado, atractivo y novedoso y los comerciantes se sirven de los cafés para acomodar mejor la venta de sus productos: 
            "Don Pedro José de Seras ha establecido en la Isla de León, calle de San José, la fábrica de aguardientes y licores finos que tenía en el Puerto de Santa María. Quienes gusten de ellos los encontrarán en Cádiz en el refino de la calle del Fideo, frente a la del Aire y en el café Petit Versailles" (11 noviembre). 
¡Magnífico nombre para un café con aspiraciones!
           Desde luego que es 1811 el año en que por la efervescencia de los debates de las Cortes y por la ansia del público por entretener sus ratos de ocio cuando la prensa nos da más información sobre los más afamados cafés, como el del León de Oro, situado en la calle Nueva, donde eran frecuentes las tertulias tras el almuerzo. El café del Comercio servía también de centro de reunión de muchos parroquianos que, alentados por el espíritu patriótico del momento, fueron capaces de reunir y donar 500 reales en favor del Hospital. No faltan noticias de otras iniciativas patrióticas similares protagonizadas por varios mozos del café de Cossi de la calle San Francisco.

            Pero sin duda el café más innovador fue el del Correo, que además de café, vendía "a dos reales de vellón la limeta de sidra, con la posibilidad de despacharla por mayor y menor al que la necesite (...) y de facilitarla fría.
           Se conoce que la nueva estación invita a propuestas más refrescantes, de modo que Francisco de Celis, dueño del "nuevo café del Correo, inmediato a San Agustín, en la esquina de Rosario y la calle de la Verónica", anuncia la  venta de "todo género de helados y líquidos fríos, que atraen a las señoras de esta ciudad.  Pocos días más tardes, un nuevo aviso anuncia la venta "a tres reales el vaso de mantecado y demás frutas, sorbetes helados y líquidos fríos". Aún más, se asegura que, "en el café del Correo, junto a San Agustín, entran señoras por todas sus puertas y por otra nueva en la calle del Rosario, junto a la antigua nevería mayor. Estará iluminado todas las noches, y no se despachará más que helados y fríos. Se vende nieve por mayor y menor".  
Lógicamente el verano debió facilitar la el consumo de estos refrescos y el café de Las Cadenas, no dudó en adoptar esta iniciativa, así que en el mes de agosto anunciaba la venta de cada vaso de sorbete de todas clases y líquidos a 3 rs. v[elló]n., y de agua de nieve con un panal o esponjado, a real de vn.
Quizás porque tales ideas dejaban de ser novedosas o bien porque la estación primaveral del año doce requería otro tipo de productos, su propietario anunciaba "a cinco reales libra por mayor y seis por menor, café molido con el secreto de su clarificación; a veinte reales cada botella de ron superior prueba de aceite. Se venden en el Café del Correo, todo de superior calidad. (28 de marzo de 1812).
           Según Ramón Solís, Francisco de Celis vivía en la calle del Rosario con su esposa, mayordomo, cuatro criadas y 23 mozos de café y señala Adolfo de Castro que su patriotismo había llevado a ofrecer a la Regencia acoger a 30 militares que hubieran quedado incapacitados, ofreciéndoles comida y 5 reales a cambio de los servicios que pudieran ofrecer.
          El caso es que estos cafés, además de centro de reuniones y tertulias, por ser locales tan frecuentados servían tanto de referencia para indicar la ubicación de otros establecimientos en calles adyacentes, como para dar razón sobre estos o recibir recados sobre diversos asuntos, de que se dan noticias abundantes en los periódicos de la época. 

Frente a algunos establecimientos cafeteros menos conocidos como el del Ángel, en la calle Santo Cristo o el de González Liennes, los más afamados eran el de Apolo y el de Orta, conocido como café de los Patriotas. Esta publicidad les ocasionó serios disgustos con la Inquisición que abrió una causa contra este último café, por las actividades que habían tenido lugar en el año 1813. También se interroga al dueño del café del Correo, José Rodríguez sobre las lecturas públicas de periódicos principalmente varios liberales y exaltados, por parte de José Bonhome, apuntador en el teatro del Balón, que obtenía así alguna pequeña remuneración o limosna que le ayudaba a mantener a su mujer y sus cuatro hijos.
          Afortunadamente hoy podemos gozar de buenas conversaciones, de interesantes tertulias, sin que la Inquisición venga a molestarnos. Como recordábamos anoche, día de la libertad de expresión en el Café de Levante que regenta la inquieta e incansable Teresa Torres, que ha organizado el ciclo "Mujeres en el café", para compensar tantos años de exclusión femenina, que aún se mantiene en otros ámbitos más elevados.

jueves, 3 de mayo de 2012

Mujeres en el café

Esta noche a las 10 en el Café de Levante continúa el ciclo de tertulias protagonizadas por mujeres, de la mano de la periodista Charo Ramos.
Hablaremos de tertulias, escritoras, periodistas, música, cafés, costumbres, vida cotidiana, y hoy de la libertad de prensa y, también de la libertad de imprenta, entre otros temas.
¡A disfrutar!

miércoles, 2 de mayo de 2012

Próximo congreso sobre 1812. II International Symposium of the Nineteenth-Century Hispanists Network



Organizado por el Nineteenth-Century Hispanists Network y el grupo de Estudios del Siglo XVIII de la Universidad de Cádiz, se celebrará en la Universidad el II International Symposium of the Nineteenth-Century Hispanists, que servirá además para fortalecer la Red Internacional de Hispanistas del Siglo XIX.  
En un apretado programa, que tendrá como centro las ideas, el poder, la justicia, la literatura y la prensa, en torno a la Constitución de 1812 y su proyección en América, además de su proceso legendario y mitificador, los investigadores de universidades españolas, europeas y americanas (Bristol, Cambridge, Cádiz, Carlos III, Complutense, Kent, Leeds, Saint Andrews, Sheffield, UNED, Valencia, Valladolid, York -en Canadá- y Zaragoza) harán sus aportaciones los próximos días 18 y 19 de mayo.



Sean todos bienvenidos a nuestra universidad.

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