Con ocasión de la Cumbre Iberoamericana de Cádiz, el pasado 17 de noviembre se celebró en el Oratorio de San Felipe Neri el cuarto de los conciertos programados por la Secretaría General Ibero-americana y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Los tres primeros se celebraron en la sede de esta academia en Madrid: Música Prima. Nuevos Mundos. De las músicas indígenas al Codice Trujillo, Novae Musica. Música española para dos guitarras de la época de la Colonia y el México Independiente, y Sphera Antiqua. Misión Barroco amazónico. Música de las misiones jesuíticas de los indios Moxos y Chiquitos.
El que tuvimos ocasión de escuchar anoche estuvo a cargo de la Camerata Lacunensis, surgida en la Universidad de La Laguna y la Capilla Nivariense, de Tenerife, en un proyecto dirigido por Conrado Álvarez Fariña, presentó la Sacra selecta musical iberoamericana del siglo XVII.
El concierto, dirigido por Francisco José Herrero, contó con la siguiente selección:
Elegit eum Dominus, de Gaspar Fernández (1566-1629), la Misa ego flos campi, y los Villancicos de calenda: Serafines se despeñan y De carámbanos el día viste, de Juan Gutiérrez de Padilla (ca 1590-1664), el Salmo: Laudate pueri (II), los Responsorios: Quem vidistis y O Magnum Mysterium, de Estèvao Lopes Morago (ca. 1575-post 1641), la Antífona: Salve Regina, de Fray Felipe de la Madre de Dios (1612-post 1675), la Lamentación primera del Miércoles Santo, de Fray Jerónimo González de Mendoza (1633-1661), el Villancico: Vengan todas las flores, de Lorenzo de Urruela y Arteaga (1643-1708), el Villancico: Al convite, señores y el Villancico: Ángélicas Milicias (a 4 coros) de Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1729).
En general la actuación gustó mucho y especialmente llamó la atención del público la participación extraordinaria del Guitarrillo tiple, antecedente de otros instrumentos españoles y americanos como el guitarro aragonés, el timple canario, el cuatro venezolano, o el charango boliviano, que tuvo especial lucimiento en el primero de los villancicos, aunque también en el resto de ellos. Sorprendió también la primera de las piezas, donde destacó el Altus Gabriel Díaz, la Antífona, Salve Regina, con la aterciopelada voz de la Cantus Candelaria Gil, que también destacó en el Villancico Al convite, señores y el Villancico: Ángélicas Milicias, donde brilló la voz del Bajo Julio Chinea.
Igualmente conviene destacar el sonido de los instrumentos de viento propios de la música sacra de esta época sacabuches -antepasados del trombón de varas- tenor (Cristino Delgado y Francisco Blay) y bajo, Francisco Banegas, el corneta Arnau Rodón, el órgano positivo de Vicente Bru, el bajón -especie de fagot- de Hugo Rodríguez y las chirimías.
Para finalizar añadieron la interpretación de la primera guaracha localizada del siglo XVII: Al recién nacido infante, de Juan García de Céspedes (1619 - 1678), también con el guitarrillo tiple, de Benito Cabrera, en la que de nuevo destacó la voz de la Cantus Candelaria Gil.
El que tuvimos ocasión de escuchar anoche estuvo a cargo de la Camerata Lacunensis, surgida en la Universidad de La Laguna y la Capilla Nivariense, de Tenerife, en un proyecto dirigido por Conrado Álvarez Fariña, presentó la Sacra selecta musical iberoamericana del siglo XVII.
El concierto, dirigido por Francisco José Herrero, contó con la siguiente selección:
Elegit eum Dominus, de Gaspar Fernández (1566-1629), la Misa ego flos campi, y los Villancicos de calenda: Serafines se despeñan y De carámbanos el día viste, de Juan Gutiérrez de Padilla (ca 1590-1664), el Salmo: Laudate pueri (II), los Responsorios: Quem vidistis y O Magnum Mysterium, de Estèvao Lopes Morago (ca. 1575-post 1641), la Antífona: Salve Regina, de Fray Felipe de la Madre de Dios (1612-post 1675), la Lamentación primera del Miércoles Santo, de Fray Jerónimo González de Mendoza (1633-1661), el Villancico: Vengan todas las flores, de Lorenzo de Urruela y Arteaga (1643-1708), el Villancico: Al convite, señores y el Villancico: Ángélicas Milicias (a 4 coros) de Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1729).
En general la actuación gustó mucho y especialmente llamó la atención del público la participación extraordinaria del Guitarrillo tiple, antecedente de otros instrumentos españoles y americanos como el guitarro aragonés, el timple canario, el cuatro venezolano, o el charango boliviano, que tuvo especial lucimiento en el primero de los villancicos, aunque también en el resto de ellos. Sorprendió también la primera de las piezas, donde destacó el Altus Gabriel Díaz, la Antífona, Salve Regina, con la aterciopelada voz de la Cantus Candelaria Gil, que también destacó en el Villancico Al convite, señores y el Villancico: Ángélicas Milicias, donde brilló la voz del Bajo Julio Chinea.
Igualmente conviene destacar el sonido de los instrumentos de viento propios de la música sacra de esta época sacabuches -antepasados del trombón de varas- tenor (Cristino Delgado y Francisco Blay) y bajo, Francisco Banegas, el corneta Arnau Rodón, el órgano positivo de Vicente Bru, el bajón -especie de fagot- de Hugo Rodríguez y las chirimías.
Para finalizar añadieron la interpretación de la primera guaracha localizada del siglo XVII: Al recién nacido infante, de Juan García de Céspedes (1619 - 1678), también con el guitarrillo tiple, de Benito Cabrera, en la que de nuevo destacó la voz de la Cantus Candelaria Gil.