Para mi padre, Luis.
La ciudad seguía consevando parte de su prestigio debido tanto al ejército, y especialmente a su Real Colegio de Cirugía, a su comercio, y a su cultura.
Una muestra de ello es el centenar de plazas de los médicos que enseñaban en el colegio de Ciriguía de la ciudad, frenta a los 27 de Barcelona:
No obstante, la ciudad seguía luchando contra epidemias tales como la del sarampión o las viruelas, a pesar del esfuerzo que se hacía en materia de vacunación.
Si bien es cierto que, tales medidas no siempre lograban sus propósitos y que la Crónica científica se hacía eco del debate que tenía lugar entre algunos facultativos por la eficacia de las inoculaciones, la burguesía gaditanta seguía realizando sus negocios y acudiendo, aquel domingo de San Mateo Apostol al teatro, o en los días siguientes a los toros, como recuerdan los anuncios que a este respecto incluía el mencionado periódico.