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sábado, 6 de agosto de 2011

Callejero del Doce. Breve paseo por las calles de la Carne, San Francisco, Baluarte y Amargura

Como si se recorrieran tales calles hoy día, pasear por las de la Carne (Columela) y San Francisco tendríamos la oportunidad de conocer los pequeños comercios de la ciudad, que según cuenta Ramón Solís competían con las situadas en Ancha y Juan de Andas (hablaremos de ella en su momento). Famosa era la tienda de muebles de José Cenón en el nº 41 de San Francisco, donde, por otra parte, vivían más de 20 comerciantes.
Pero no eran estos comercios lo único que daban vida a estas calles. En el nº 7 de la calle de la Carne vivían, junto con algunos criados, cinco actrices y cinco actores, posiblemente de la compañía del Balón.
Las calles próximas a la de San Francisco reunían también a buena parte de los mandaderos y mozos de carga, entre ellos muchos gallegos, que hacían los repartos de las mercancías del muelle cercano.
Todo ello sin olvidar el café de Alejandro González Liennes que aunque modesto debía ser bastante frecuentado por comerciantes y clientes de la zona. La posada de las "Cuatro Naciones", propiedad del sardo Pascual Santini, estaba situada en San Francisco 45.
Conviene recordar igualmente que estas calles formaban parte del recorrido de procesiones como la del Corpus, de la misma manera que esta y la de Amargura, junto con otras muchas, fueron parte del camino que siguió la comitiva que dio lectura a la Constitución de 1812.


Iremos añadiendo imágenes a este apunte de paseo.

viernes, 5 de agosto de 2011

Callejero del Doce. Amargura

¿Sabéis a qué calle corresponde en la actualidad?


A ver, algunas pistas:


Pertenece a la parroquia del Rosario. Es una de las calles en que habitan más comerciantes (18), lo mismo que en Ancha y detrás de la de Verónica, donde reside uno más. En el nº 3 vivía el marqués de Belgida, en el nº 86 el diputado Antonio Capmany, en el 90 Antonio Porcel, por Granada; en el 91 paraba el médico Antonio Puga, inspector de barrio en 1812.
Según Adolfo de Castro vivía también el embajador Wellesley, en el nº1 de la calle actual, que según otras fuentes, que no desdicen lo anterior, vivía cerca del convento de San Francisco.


En este mismo año, formó parte del recorrido de la comitiva que dio lectura a la Constitución.
Aquí radicó también el despacho de la Imprenta de la Misericordia.
Asimismo tenía su academia la señora Mª del Carmen Jaén, en la esquina con Sacramento,


Pues eso. Y mañana sábado de paseo, que el domingo toca descansar.

jueves, 4 de agosto de 2011

Callejero delDoce. Plaza de San Francisco.

La Plaza de San Francisco, a la que se sube por la calle del mismo nombre, se singulariza por la presencia del convento franciscano, que en aquellos años sirvió de morada a diputados como Salvador López del Pan (Coruña), Morales Gallego (Sevilla). Dicho convento constaba de un amplio huerto que tras la desaortización de 1836 daría lugar a la apertura de la plaza de Espoz y Mina, conocida hoy como de Mina.


A pesar de lo que suele creerse, no hay datos que corroboren el supuesto alojaiento del ecuatoriano Mexía Lequerica en dicha plaza, que entre 1811 y 1813 convivió con la conocida familia gaditana de los San Juan, en la calle Ahumada 18.


Mañana: calle Amargura.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Calle San Francisco. Callejero delDoce

Pues sí, otra calle gaditana, con el mismo nombre que en la actualidad, también relacionada con el gremio de impresores. En el nº 69 la imprenta de Antonio Murguía; en el 41 se ubicaba la tienda de Domingo Font y Closas y  en el 45 la de la viuda de Beltrán, así como la librería de Carlos del Castillo en el 51. También tuvo allí, en el nº 47, su cuartel general la imprenta de Vicente Lema, donde se publicaba el Semanario Patriótico, casi a modo exepcional, entre la mayoría de los periódicos y folletos reaccionarios. Vicente Lema sería después en 1814 testigo en los procesos inquisitoriales contra periodistas, escritores y políticos liberales.


Ya desde 1801 Salvador  Mª Rojo y José Mª Silva tenían en esta calleuna librería con capacidad para encuadernar y en la de otra dinastía de honda raigambre, la de Manuel Bosch.


En la plaza de ese nombre se encuentra actualmente la librería de viejos donde empezó su negocio Raimundo.


Pero, no todo eran libros. En el nº 48 radicaba la cafetería de Cossi y en el 61 el café de Alejandro González.
En esta misma calle tenía su tienda el montañés Francisco de Cañas, quien en 1811 hubo de pagar una multa de 4 ducados por tener gente dentro a las 11 de la noche.
También tuvo sus dependencias, en la Casa Consular, la Junta Superior de la Provincia de Cádiz. 

martes, 2 de agosto de 2011

Calle del Baluarte. Callejeros delDoce

La calle del Baluarte estaba ligada a otra familia de impresores de finales del XVIII, la de Josef Niel, que por los años de las Cortes regentaban una librería en esa calle, que luego se llamaría de Niel e hijo. En esta, precisamente, publicó Frasquita Larrea en abril de 1814 su reaccionario opúsculo Fernando en Zaragoza. Una visión.
En 1816 se ubicaría la imprenta de Hércules, regentada por J. A. Sánchez.


En Cádiz, el episodio galdosiano que pretende recrear el Cádiz de las Cortes, es la calle donde las jóvenes  protagonistas, que recorren el paseo desde la Aduana (actual edificio de Diputación Provincial) al baluarte de Candelaria, acompañadas de su preceptor, D. Paco, deciden exigirle que, contra lo indicado por la estricta doña María, las lleve hasta San Felipe para conocer los debates de las Cortes. Desde luego una ficción que no tuvo paralelismo en la realidad de aquellas Cortes de las que las mujeres fueron totalmente excluidas.


En 1817 era el domicilio de Juan Nicolás Böhl de Faber y, probablemente, lo fuera también de Frasquita y de Aurora y Ángela, lo mismo de la joven viuda Cecilida desde su regreso de Puerto Rico a finales de junio de 1818. Posiblemente vivirían allí hasta que en 1821 se trasladaron a El Puerto de Santa María


Madoz señala la existencia en esta calle de una academia gratuita de francés, inglés y geografía.


La calle del Baluarte es la actual Beato Diego José de Cádiz, que desde luego no vivió para atizar a los diputados pero hubiera excitado a sus devotos para que hubiesen quemado a más de uno.


Mañana: Calle San Francisco

lunes, 1 de agosto de 2011

Calle de la Carne. Callejero delDoce

En la calle de la Carne, actual Columela, se encontraban diversos despachos de periódicos, entre ellos la tienda en que se vendía el Semanario Patriótico, primer periódico político que había empezado a publicarse en Madrid en septiembre de 1808 y que, después de una temporada en que hubo de ver la luez en Sevilla (1809-1810), comenzó su andadura gaditana a finales de 1810, encargándose de su edición el poeta Manuel José Quintana.
La calle de la Carne contaba además en el nº 186 con el puesto de Papeles Públicos, que sería la imprenta de Esteban Picardo -hermano de los comerciantes Antonio y Benito-, el del Diario, en el número 1 y el puesto del periódico El Conciso en el nº 10, en la esquina con San Francisco, además de un puesto de estampas en el nº 172. Larga tradición publicística que viene refrendada porque desde 1790, al menos, tenía en su nº 6 su sede la imprenta de Antonio Murguía
El 1 de agosto de 1811 el Semanario Patriótico anunciaba la venta en el despacho de este periódico de la Tonadilla a dúo entre el Diccionarista manual y el Filósofo triunfador.
El verano de 1811 fue especialmente polémico por el debate suscitado por la abolición del tribunal de la Inquisición y los embates que sus defensores hacían arreciar contra los periodistas liberales, que como el vitoriano Jérica y Corta que el 13 de julio avisaba: Señores periodistas: ojo alerta, que asan carne.- De vms.- P. J. Y C.
El Diccionario razonado manual para inteligencia de ciertos escritores que por equivocacion han nacido en Españaconoció por estas fechas una edición aumentada en 50 voces, que pronto fue contestado por el Diccionario crítico-burlesco de Bartolomé José Gallardo.


Mañana: Calle del Baluarte.

domingo, 31 de julio de 2011

Callejero delDoce

Desde luego que sí, que a los doceañistas les gustaba la calle, y no solo a ellos, sino a los que por aquellas fechas habitaban la urbe gaditana, capital del Reino.


En las calles se formaban los corrillos que desde Ancha al Mentidero, la calle de la Carne y la calle Nueva, con sus adyacentes, hacían circular los detalles de lo que ocurría en las sesiones de Cortes, en la Iglesia de San Felipe Neri, pero también se propagaban los bulos, ocurrencias y rumores (o voces vagas, como gustaba decirse entonces) que desde tertulias, tabernas, cafés, librerías o barberías pretendían mediatizar las discusiones y actuaciones de los Diputados.


En homenaje a esta inclinación callejera trataremos de asomarnos a aquellas calles del Doce.
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