Me resulta curioso que se use el nombre de «tienda de vinos» en los anuncios del Diario mercantil de Cádiz por el de tabernas. El miércoles 16 en las «Tertulias que hacen historia» Alberto Ramos explicó que la palabra tienda se utilizaba porque no solo se vendía vino al por menor (por copas), sino también al por mayor y, además, solía ofrecerse también comida.
Desde luego, como recordaba Alberto González Troyano, todo ese ambiente de tabernas y cafés está magníficamente retratado en los sainetes de González del Castillo, a veces ambientados de forma central en este tipo de locales y otras como lugar de paso o de referencia. Es el caso de Los cómicos de la legua, El soldado fanfarrón, El triunfo de las mujeres, Los zapatos y Los caballeros desairados, Los majos envidiosos,
El aprendiz de torero, donde una aristócrata se pregunta
Pero ¿qué dirán de mí
si en la gaceta se estampa
qie Dña Marta Rimbiombos
en las tabernas entraba?)
PABLO. Pues compadre, este sujeto
me dijo que había llegado
dos botas de manzanilla
a la tienda de ahí abajo,
que puede beberlo un Rey.
NICOLÁS Vaya, déme uste un abrazo,
en dando las doce iremos
los dos a paladearlo.
PABLO. ¡A las doce, y yo creí
que bajase usted rodando
la escalera!....
Efectivamente la manzanilla es un vino ilustrado, ya que es resultado de los avances técnicos que trajo consigo la Ilustración, como recordaba Esteban Boutelou, concretamente del proceso de solera, que nada tiene que ver con los vinos de añada que se dan en el resto de España; pero también como recordamos ayer es el vino que consumían en el Doce, y muy particularmente algunos diputados a los que Alcalá Galiano decía acompañar en escasas ocasiones, que se reunían en «cuadrillas de manzanilleros», para degustar este sabroso caldo.
En la foto de Ignacio Casas una «cuadrilla de manzanilleros» de la orden de la Solear que este año la dedicó al Bicentenario de la Constitución de 1812, «La Pepa».