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sábado, 24 de agosto de 2013

Callejero DelDoce. Plaza Candelaria.

Tras el derribo del convento en tiempos de Salvochea, por encontrarse en estado de ruina, se ampliaría la plazuela existente, denominada de Candelaria, en lo que había sido el huerto del mismo, aunque mientras se decidió la ejecución de dicha ampliación, según nos recuerda Serafín Pro, estuvo instalado el  «Circo Quintero» durante tres o cuatro años. Su nombre fue sustituido por el de Castelar en 1869, ratificándose dicha denominación en 1873, «al proclamarse la Primera República». No  conocería su aspecto actual hasta 1884, para cambiar levemente en 1903, al ser instalada la estatua de Emilio Castelar donde hasta entonces había una fuente. 
         En 1812 existía una pequeña plaza formada por la confluencia de las calles Montañés ––entoces Descalzas–– y Santo Cristo con la fachada principal del convento. Cerca de ella vivía un afamado maestro carpintero, de nombre Tomás y en el nº 189 vivió el famoso Antonio Puigblanch, autor de La Inquisición sin máscara. Precisamente por esta plazuela discurrió la comitiva que discurrió desde el Ayuntamiento hasta San Felipe para dar gracias por la derogación de la Constitución. 
         Para el año 1921 en las accesorias del nº 1 había un depósito de granos y efectos de carruajes de «Herederos de Diego Mateo», mientras en otra se ubicaba «Nuevo Correo», vinos de Ángel González Olózabal. Seis años más tarde, en el nº 1, se ubicaba la empresa de carruajes de C. Mateo Paredes y el bar «La Pastora». Vivían, entre otros, el médico José Pérez Llorca y el piloto Francisco Pérez Llorca. 
En la accesoria del nº 2 tenía su talabartería en 1921 Enrique Romero, mientras en 1927 se localizaba la platería de Lutgardo Vega. No variaron de residencia los Díaz Escribano: Jacobo, diputado y cronista de la provincia y Manuel, coronel de ingenieros, aunque para el año 27 se indica que también reside en ella otro miembro de la familia, Catalina, propietaria. Años más tarde, ya en el siglo XX, la familia Puelles tendría allí su residencia.   
          En el nº 3 vivía en el año 27 Lucila Terry López, propietaria, precisamente donde, como recuerda Pro, estuvieron instalados durante muchos años los consulados de las Repúblicas de Venezuela, Chile, Nicaragua y Santo Domingo, representados por Luis Terry y Murphy .
          En 1910 la redacción de El Correo de Cádiz se domiciliaba en el bajo del nº 4.
En la accesoria del nº 5 tenía su taller de pintura Ruiz Herrera que en el 21 sería ocupado por la oficina de carruajes Adolfo Cañamaque.
           En el nº 6 y 7 se encontraba el famoso Restaurant «La Estrella», de Agapito Serdio, que en el año 27 ofrecía también hospedajes. El local había comenzado como una modesta tienda de vinos regentada por Sinforiano Serdio Cordero, que vivía en el nº 7.
           Desde el año 1910, la accesoria del nº 8, en la esquina con Santiago, estaba ocupada por una tienda de vinos,  «Las siete Puertas», a cargo de la viuda de Cesáreo García, que se mantuvo al menos hasta el año 21, aunque ya no existía en la década de los 30. 

          En la accesoria del 9 se ubicaba la confitería de Antonio Díaz González, que con el nombre de «Nueva Novalesa» y también como pastelería se mantuvo durante varias décadas. En dicho número también tenía su residencia Domingo Seris Granier y la que luego quedaría como propietaria, su viuda Genoveva Guilloto. En la accesoria del nº 10 estaba la vaquería de Juan Sacaluga, que daría paso luego al bar «El Faro».
          Durante el año 10 entre el nº 11 y Urquinaona 2 tenían su tienda de tejidos «Moreno hermanos»; José Gómez Gómez, propietario de una afamada tienda de vinos, tendría ya un café en 1914, que se conocería más tarde como «Café Royalty», con entrada también por la accesoria del nº 2 de Obispo Urquinaona. En 1921, el nº 12 estuvo ocupado por el «Centro Gallego», la imprenta «La Unión» y la paquetería y mercería de Manuel Macías. Por esas fechas, en el 12 duplicado se situaba el Hotel América. En 1927 vivía el profesor Ángel González Sandoval y en el nº 12 se afincaba el Colegio de Nuestra Señora del Rosario.

Fotografía de Alberto Ramos Santana
           En el nº 13 los herederos de Diego Mateo tenían su oficina de carruajes, así como Ramón Opizzo, dedicado a cereales y harinas tenía su escritorio. Para el año 27 tenía su tienda de coloniales y ultramarinos Ricardo de la Fuente.
En el nº 14 y 15 se situaba el Asilo Oviedo, casa de Recogidas.
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