Algunos apuntes históricos:
Si solemos recordar las tertulias que celebraban el cura y el barbero en Don Quijote, lo cierto es que la Real Academia Española no incluye la palabra hasta su edición de 1739 y con el sentido de «junta voluntaria o congreso de hombres discretos, para discurrir en alguna materia». También, como «junta de amigos, y familiares para conversación, juego y otras diversiones honestas»; así como, en su tercera acepción, el corredor que «en los corrales de comedias de Madrid» está más alto que todos los aposentos o desvanes. A continuación, al definir la voz tertuliano como «el que asiste o concurre a la tertulia con sus amigos, para divertirse», el Diccionario cita como ejemplo unos versos de Luis de Ulloa, recogidos en sus Obras de 1674, lo que evidencia la relación entre la conversación divertida y crítica, sostenida en un espacio privado, a veces con intención de comentar, sin exigencias de rigor alguna, las incidencias de una representación teatral. En cualquier caso, como sostiene Corominas, a fines del siglo XVII, el padre Diego Calleja recordaba a los que «por alusivo gracejo llamamos tertulios, que sin haber cursado por destino las Facultades, con su mucho ingenio y alguna aplicación suelen hacer, no en vano, muy buen juicio de todo».
Si solemos recordar las tertulias que celebraban el cura y el barbero en Don Quijote, lo cierto es que la Real Academia Española no incluye la palabra hasta su edición de 1739 y con el sentido de «junta voluntaria o congreso de hombres discretos, para discurrir en alguna materia». También, como «junta de amigos, y familiares para conversación, juego y otras diversiones honestas»; así como, en su tercera acepción, el corredor que «en los corrales de comedias de Madrid» está más alto que todos los aposentos o desvanes. A continuación, al definir la voz tertuliano como «el que asiste o concurre a la tertulia con sus amigos, para divertirse», el Diccionario cita como ejemplo unos versos de Luis de Ulloa, recogidos en sus Obras de 1674, lo que evidencia la relación entre la conversación divertida y crítica, sostenida en un espacio privado, a veces con intención de comentar, sin exigencias de rigor alguna, las incidencias de una representación teatral. En cualquier caso, como sostiene Corominas, a fines del siglo XVII, el padre Diego Calleja recordaba a los que «por alusivo gracejo llamamos tertulios, que sin haber cursado por destino las Facultades, con su mucho ingenio y alguna aplicación suelen hacer, no en vano, muy buen juicio de todo».
La principal diferencia
entre la tertulia y la academia es que, en este segundo caso, la reunión no
suele ser tan espontánea, el discurrir de los temas suele estar prefijado y en
ella participan miembros de cierto entendimiento en la materia, aunque a veces esta
versara sobre asuntos literarios como la conocida Academia del Buen Gusto, que reunía la marquesa de Sarriá desde 1749
en su aristocrático salón de la calle del Turco de Madrid. Más libre parece la tertulia fundada
por Nicolás Fernández de Moratín en la década de los sesenta en torno a la
madrileña Fonda de San Sebastián con el concurso de su hijo Leandro, Iriarte,
Samaniego, Meléndez Valdés, Goya y otros, donde debatían sobre
literatura, amores y toros, aunque parece que los temas de política no se
tocaban, pues la crítica política circulaba clandestinamente.
Lo cierto es que este tipo de reuniones
informales, generalmente ociosas, eran ya frecuente en estos años, como
medio de entretenimiento lo que incluía la lectura de novelas, cuentos, alamanaques y otros libros de pasatiempo, según recuerda Nipho en su Novelero de los estrados y
tertulias. Diario universal de las bagatelas (1764). Las tertulias eran asimismo un medio informal de generar cierta opinión, tal
como recogía ya el periódico Duende
especulativo de la vida civil (1761).
Aunque estos cenáculos solían ser eminentemente burgueses y ciudadanos, también
eran frecuentes en el ámbito rural, lo que explica que Hilario Santos Alonso publicara en 1768 la Tertulia
de la aldea, una publicación popular compuesta por diferentes «Pasatiempos», en los que se contienen los relatos que en casa del vecino Terrones se contaban el
cura, el médico, el hidalgo y el barbero. Entre estos cuentos, chistes o sucesos
jocosos e historias para ser narradas al calor de la lumbre, se hallan, por cierto,
algunas historias abreviadas extraídas del Quijote.
Por estos mismo años, los
periódicos son conscientes de que parte de su éxito se funda en ser leídos y
comentados en las tertulias, como recuerda la Pensadora
gaditana (1763) o el Correo de los ciegos (1787). Este último periódico, en el mes de octubre de
ese mismo año se hacía eco, precisamente, de la elevación, «por
los individuos de la tertulia de la Marquesa de Santa Cruz de Aguirre, del primer
Globo aerostático que se ha visto en esta Ciudad de Plasencia».
La tertulia en el XVIII también está relacionada con la costumbre del
café, y las reuniones en botillerías y tabernas. De lo primero, se hace eco la
colección de relatos El Café (1792), de Alejandro Moya, mientras de
la costumbres de mantener las tertulias con la asistencia libre de los cortejos
–acompañantes de mujeres casadas- da cuenta la obra Vicios de las tertulias y concurrencias del
tiempo; excesos y perjuicios de las conversaciones del día llamadas por otro
nombre cortejos … (1785) de Gabriel Quijano.
Es sabido que, en Cádiz,
algunas mujeres presidían sus propias tertulias literarias, caso de Mª
Gertrudis de Hore, la Hija del
Sol, o de puro entretenimiento como recoge el periódico del Barón de la
Bruère, Correo de las Damas (1804, 183). También las recrea el
sainetero Ramón de la Cruz en La disputa en la tertulia (1753) y el gaditano Juan Ignacio
González del Castillo en su sainete El
Café de Cádiz, donde concurren algunas mujeres, lo mismo que en otros pinta
la asistencia frecuente de las mujeres a las reuniones mantenidas en las
tabernas, a pesar de la prohibición de Carlos IV.
A finales del XVIII eran
conocidas las tertulias mantenidas por Frasquita Larrea y Juan Nicolás Böhl de
Faber –de quien, según Adolfo de Castro, González del Castillo fue maestro de
español- y no dejaron de frecuentar las mantenía la madre de Juan Nicolás y los
amigos en su viaje a Alemania, como de reanudarlas después en Cádiz, cuando regresó toda la familia menos el hijo mayor en 1814. Lo que resulta casi imposible es que Frasquita las
mantuviera por mucho tiempo durante los años de las Cortes, pues vivía en
Chiclana con su madre e hijas pequeñas hasta que, gracias a un salvoconducto del general Villate –a quien había tenido que alojar por fuerza-, pudo pasar por unos pocos meses a Cádiz,
mientras veía la forma de reunirse con su marido e hijos mayores, entre ellos
Cecilia –la futura Fernán
Caballero-, en Alemania, lo que haría en junio de 1811, fecha en la que
también dejó Cádiz la liberal Margarita de Morla. En este sentido, si Alcalá Galiano no
equivoca las fechas, fueron unos pocos meses de la primavera de 1811 cuando
pudieron coincidir las tertulias de ambas mujeres. La relación más fuerte –y
bastante tensa- de Alcalá Galiano con el matrimonio Böhl de Faber fue
posterior, a partir de 1814.
En estos años del Cádiz de
las Cortes, sí que eran famosas y hay más numerosos testimonios de las
mantenidas por la marquesa de Pontejos –donde se jugaba al monte-, las del regente Agar, la del obispo Nadal o las que radicaban en los
cafés de Apolo, el Correo, El León de Oro, las Cadenas, o en la tienda de vinos «La
Taconera». Sea como fuere, lo cierto
es que a parte de la conversación informal, del juego y los bailes, la tertulia
política adquirió su mayor dimensión en esta ciudad y en estas fechas, amparada
por el decreto de libertad de imprenta y al calor de la opinión pública que se
alimentaba tanto de la publicación de libros y folletos –que se encontraban con
facilidad en las más de veinticinco librerías y numerosos puestos de papeles
públicos-, como de pasquines y rumores mantenidos en plazas y calles, como
recordaba en su sección Calle Ancha el Redactor
General y luego El Conciso.
La Isla de León (actual San Fernando) también era escenario de otras reuniones quizás menos conocidas, como la que mantenía la portuguesa Carmen Silva y su pareja el médico militar Pedro Pascasio Fernández Sardinó en la población de San Carlos.
Como homenaje a esta libertad de opinión y de expresión política, del interés por estar bien formado e informado como recordaba el propio decreto de libertad de imprenta –y, aún antes, desde 1808, el Semanario patriótico de Manuel José Quintana–, y como medio distendido de hacer historia, deshacer tópicos y recordar que lo que se vivió en Cádiz fue extraordinario, pero no único, nacen estas Tertulias que hacen historia, donde se abordarán temas diversos que dan cuenta del esplendor artístico y cultural que se encierra entre sus murallas.
Como homenaje a esta libertad de opinión y de expresión política, del interés por estar bien formado e informado como recordaba el propio decreto de libertad de imprenta –y, aún antes, desde 1808, el Semanario patriótico de Manuel José Quintana–, y como medio distendido de hacer historia, deshacer tópicos y recordar que lo que se vivió en Cádiz fue extraordinario, pero no único, nacen estas Tertulias que hacen historia, donde se abordarán temas diversos que dan cuenta del esplendor artístico y cultural que se encierra entre sus murallas.
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Las tertulias podían
ser diarias, semanales o no tener periodicidad fija. Como queremos que estas Tertulias
que hacen historia no sean demasiado formales, pero sí sean un éxito y
un placer para los concurrentes las anunciaremos con la antelación debida y
buscaremos un espacio privilegiado que sea muestra del patrimonio artístico y
cultural de la ciudad, especialmente el que se halla en manos de particulares,
que lo atesoran con reverencia a su pasado y protegen con el mimo que merecen.
Esperemos que, tal como se sugiere en el título del ciclo, sea una experiencia histórica.
En este blog seguiremos ampliando información sobre este ciclo y cuantos temas tengan que ver con él.
Próxima convocatoria:
– «Teatro y música».
Miércoles 18 de abril a las 19 horas, en la Casa de los Cinco Gremios (Ancha 16).
IMPORTANTE
Cómo asistir:
· Al
ser el aforo muy limitado se ha habilitado un sistema de inscripción
gratuita (riguroso y automático orden de llegada) a través de la web: http://celama.uca.es/2011premcon/solicitudes/tertulias que estará operativo desde las nueve de la mañana del jueves 12 de abril de 2012.
· Una inscripción por persona.
·
Si carece de internet puede hacer esta inscripción telefónicamente en el 956015800.
Si carece de internet puede hacer esta inscripción telefónicamente en el 956015800.
Más información AQUÍ
1 comentario:
Publicado el álbum fotográfico de Tertulias que hacen Historia:
http://www.uca.es/web/actividades/memoriagrafica/20120418tertuliashistoria
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