Habíamos dejado el repaso sobre la escena musical y teatral de 1812 en la
utilización de la música en las ceremonias de legitimización del nuevo poder y la presencia de la música en las reuniones privadas.
Respecto al primer aspecto, la música es parte principal de la función del 19 de marzo de 1812, conformada por el monólogo La Patria declamado por la afamada actriz Agustina Torres, un Himno en loor de la Constitución, las Profecías de Daniel, oratorio sacro en tres actos, una Obertura patriótica y una Contradanza alegórica en el Templo de la Fama, todo
ello con el teatro iluminado, como indica el aviso (p. 324).
La información de El Conciso (nº 19, p. 8), más completa,
indica que el monólogo tendría intermedios de música y una decoración con
figuras alegóricas, cuya explicación se dará impresa al público. De la obertura
patriótica añade que está arreglada por Benito Pérez, y que la contradanza era
del Sr. León.
Este mismo
periódico informa que en los días 24, 25 y 26 (El Conciso nº 27 de junio de 1812, p. 5) en celebridad de la
publicación de la Constitución la compañía cómica del teatro colocó el primer
día una lápida de mármol negro sobre la portada del teatro, acompañándose de
iluminación y «brillante música militar» (dirigida por el acreditado profesor
Fornells). El día 25, función de Iglesia, con Orquesta, en la del Carmen, con
predicación del Magistral Cabrera. «Por la noche se repitió la música e
iluminación del día anterior».
Por lo que se refiere al día 26:
los actores
dieron en el Teatro iluminado la 1ª representación de la tragedia nueva en 5
actos Roma libre, precedida de una
grande sinfonía y del prólogo La libertad y seguida de la opereta en un
acto, Quien porfía mucho alcanza y de Bolera a 3. (…). Concluyó la
celebridad con la música marcial e iluminación de la portada del teatro como en
noches anteriores (p. 6)
El Diario Mercantil trae también la noticia el 8 de
junio de 1812 del relato del baile en memoria del aniversario de la batalla de
la Albuera.
Algo de
liturgia similar tuvo la función del 2 de mayo de 1813, según indica El Redactor General:
En celebridad del Dos de mayo:
Iluminación. Sinfonía a gran orquesta. El sueño (pieza
en un acto), Quien porfía mucho alcanza (opereta en un acto).- El marido
desengañado (sainete).- La elección de la sultana (baile).
Por la noche baile público, bajo el mismo sistema de
policía que los anteriores (Redactor
General nº 687, p. 2772).
Aunque no se
menciona la causa, la cartelera del día 30 de mayo del mismo año, día de San
Fernando y, por tanto, como todo el mundo sabía, onomástica del rey, apunta a una función conmemorativa:
Iluminación. Sinfonía a gran orquesta. La viuda de
Padilla (trag. En 5 actos), terceto, que bailarán las Sras. Mexia y Vives con
el Sr. Luengo.- El criado fingido, (opereta en un acto) (Diario mercantil, 30 de mayo).
En fin, la música servía para conmemorar victorias, celebrar el día de la Constitución, la onomástica del rey y cuantas festividades solemnes pudieran subrayar el nuevo poder constituido.
Por lo que
respecta a la música en salones y casas particulares, las noticias sobre el
caso gaditano son escasas, aunque pueden rastrearse algunas en las páginas del Diario mercantil, así como en El Conciso y El Redactor General. A este propósito, en la casa inglesa de tertulia, se
anuncian bailes el 12 de mayo de 1811, incluso el 24 de enero de 1813 se anuncia
la relación de bailes que se dan en el teatro nuevo del Balón. El 10 de junio
de 1812 se anuncia la pérdida de pañuelo en el baile de la casa del Sr.
Embajador de Inglaterra.
Pero de la
efervescencia musical que se vivía en la ciudad pueden dar idea también los
avisos que publicaba la prensa.
El 11 de diciembre de 1810 el Diario mercantil anunciaba venta de piano, y el 13 de
mayo de 1811 la de un clave o fortepiano, el 25 de septiembre se avisa de la
rifa de un piano, el 28 de junio de 1812 anuncian la venta de fortepiano
inglés. Además, el 23 de febrero de 1811 se notificaba la venta en casa de los Cleman en la calle San Francisco, frente al café de Cossi, de «El sueño de mi amor, con
música de Mariano Ledesma»
una de las 6 canciones españolas, en esta ocasión sobre letra de Darrac, y el 4
de octubre de 1812 se anuncia que en la librería de Hortal se vende todo tipo
de género para el aficionado a la música. Por su parte, El Conciso de 13 de marzo de 1810 anunciaba en la librería de Niel de la calle San Francisco la venta de toda suerte de música y canciones para canto con acompañamiento de piano y de guitarra.Más adelante, cuando las Cortes se
trasladen a Madrid, las librerías gaditanas aún seguían recibiendo canciones y
partituras (Gaceta de Madrid nº 93,
de 2 de julio de 1814).
Hay que tener en cuenta, además, que en academias con la de la calle del Rosario, se enseñaban, primeras letras, retórica y poética, idiomas y «música en toda su extensión», materia que también enseñaban algunos profesores que acuden a las casas a educar a sus pupilos, como el que se anuncia en el Diaro mercantil de 3 de abril de 1812. En el Dictamen y proyecto sobre el arreglo general de la enseñanza pública, la de la música formaba parte de la enseñanza universitaria, que debía impartirse en universidades mayores o en academias particulares. A este fin, se preveía la creación de una Academia en Madríd y otras dos similares en México y Lima, y se proponía la concurrencia de profesores extranjeros para la mayor especialización y mejora.
Luego durante el trienio, se publica el Prospecto de la escuela filarmónica establecida en Cádiz con certificado de introducción, concedido por las Cortes Generales ordinarias; abierta para la enseñanza pública bajo el nuevo sistema de DonJuan Bernardo Logier y dirigida por los Sres. D. Sixto Pérez y Don Cayetano Peichler (Imprenta de Carreño, calle Ancha, 1822). Un año más tarde, se imprimieron en Cádiz Los Juegos músicos, de Joaquín Sánchez de Madrid, autor también del Nuevo sistema músico-teórico-físico-matemático, en el que se encuentran algunosprincipios de instrumentación (Cádiz, 1932). Un aporte que tardaría en cristalizar hasta la creación en 1859 de la Academia Santa Cecilia, precedente del Conservatorio actual.
Hay que tener en cuenta, además, que en academias con la de la calle del Rosario, se enseñaban, primeras letras, retórica y poética, idiomas y «música en toda su extensión», materia que también enseñaban algunos profesores que acuden a las casas a educar a sus pupilos, como el que se anuncia en el Diaro mercantil de 3 de abril de 1812. En el Dictamen y proyecto sobre el arreglo general de la enseñanza pública, la de la música formaba parte de la enseñanza universitaria, que debía impartirse en universidades mayores o en academias particulares. A este fin, se preveía la creación de una Academia en Madríd y otras dos similares en México y Lima, y se proponía la concurrencia de profesores extranjeros para la mayor especialización y mejora.
Luego durante el trienio, se publica el Prospecto de la escuela filarmónica establecida en Cádiz con certificado de introducción, concedido por las Cortes Generales ordinarias; abierta para la enseñanza pública bajo el nuevo sistema de DonJuan Bernardo Logier y dirigida por los Sres. D. Sixto Pérez y Don Cayetano Peichler (Imprenta de Carreño, calle Ancha, 1822). Un año más tarde, se imprimieron en Cádiz Los Juegos músicos, de Joaquín Sánchez de Madrid, autor también del Nuevo sistema músico-teórico-físico-matemático, en el que se encuentran algunosprincipios de instrumentación (Cádiz, 1932). Un aporte que tardaría en cristalizar hasta la creación en 1859 de la Academia Santa Cecilia, precedente del Conservatorio actual.
Además de que en estos momentos era frecuente que Cádiz acogiera a numerosos actores y músicos -especial relación con la ciudad tuvo Ramírez de Ledesma, cuyas canciones se basaban en aires populares como el polos, zorongos, tiranas, cachuchas y fandangos -uno, entre los miles de españoles que se refugiaron en la ciudad- y, en el lado francés, Fernando Sor, que estuvo destinado en Jerez. También estuvo en Cádiz Federico Moretti, aunque en los años de la Independencia se hizo famoso sobre todo por su actuación como militar. Moretti conocería aquí a Wirmbs, con el que luego en Madrid, estableció un taller de calcografía musical.
En Cádiz destacaron también músicos gaditanos como Mª Dolores Estapar Bobit y, particularmente, Francisco de la Iglesia Darrac. Mª Dolores, hija de un militar, puso música con acompañamiento de pianoforte a El Eco de Freire Castrillón y algunos años más tarde publicaría,
junto con una cavatina de la ópera El
Barbero de Sevilla , una colección de
valses para pianoforte, dados a la imprenta en Madrid (1817) por Bartolomé
Wirmbs, director del establecimiento de grabado y estampado de música, bajo la
protección de la Real Sociedad Económica Matritense [2].
Darrac merece una entrada aparte, pero baste aquí recordar que este entendido en la cría caballar, director de la Real Academia de Equitación militar y constructor de la plaza de toros de la ciudad, fue autor de El
dia de la Nacion Española : ó el Dos de Mayo / cancion patriotica por Don
Francisco de Laiglesia y Darrac ... ; puesta en Música por D. Mariano de
Ledesma .. , Cádiz , 1810 (en la imprenta de Don Nicolas Gomez de Requena), así como de la «Canción del soldado español en el campo de batalla», que se cantó en el teatro el 19 de noviembre de 1809, en honor de la llegada del gobernador Venegas y se puso a la venta «con su música correspondiente para piano, guitarra y flauta» en la tienda de Gómez de Requena, impresor real y también del Diario mercantil de aquellos años.
En fin, estos son algunos apuntes que, desde luego, habría que
completar, pero que dan cuenta de la afición teatral y musical que existía en Cádiz y que habría que contextualizar en el ambiente musical europeo.
Para empezar, habría que tener en cuenta también, como he señalado en otras ocasiones, que los salones de bailes eran frecuentes en la ciudad, antes de 1808, como el que existía en la calle San Rafael, que contaba además con una sala para café, atendido por el luego famoso José Cossi, como se aprecia en el siguiente aviso de 1807:
Como puede comprobarse, el gobierno los permitía pues contribuía a sostener la economía de algunos hospitales como el del Carmen.
Mucho más habría que hablar de los bailes, pero queda para otra ocasión.
Mucho más habría que hablar de los bailes, pero queda para otra ocasión.
Marieta Cantos
Casenave, «La Conjura
de Orfeo. Música en tiempos de guerra (1808-1814)», en España
contemporánea: Revista de literatura y cultura, ISSN 0214-1396, Tomo
21, Nº 2, 2008 , págs. 67-80.
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