El día 15 la
intervención de Ainhoa Gilarranz sobre “La mirada visual del aniversario de la
constitución de 1812”, nos permitió comprobar cómo la prensa de 1912 transmitió
a la sociedad de aquel tiempo la conmemoración del aniversario, centrándose
fundamentalmente en la incidencia que el gobierno quería proyectar para
reafirmar el sentimiento patrio en un comienzo de ciclo difícil para España, al
tiempo que tratar de restablecer los lazos con las antiguas colonias. Se
trataba de construir un imaginario positivo que permitiera reforzar estos
vínculos, aunque también la comunicante hizo patente ciertas disensiones de
algunos sectores sociales puestas de manifiesto por la prensa satírica.
En el
apartado dedicado al “Legado de 1812”, Antonio Moliner (UAB) señaló que una de las características de la
Constitución de 1812 es la ausencia de una proclamación explícita de derechos,
a diferencia del modelo francés y americano que los contiene por ser derechos
naturales del hombre. La Comisión de Constitución al tratar de los derechos y
obligaciones de los españoles recoge los derechos de libertad,
seguridad y propiedad, pero no en cambio la igualdad,
evitando así la formulación de
la Declaración de la Constitución francesa de 1793 que
dice que todos los hombres
son iguales por naturaleza y delante de la ley. A
propuesta del diputado José Espiga
no se incluyó la enumeración de derechos sino referidos a
las materias tratadas,
como después recoge la Constitución. El artículo 4ª
señala los derechos civiles de la
libertad, propiedad y demás derechos legítimos que la
Nación está obligada a proteger
con leyes sabias y
justas. Los diputados dividieron los derechos en dos clases: los civiles, que
derivan de la ley natural, esenciales a la dignidad humana, y los políticos que
emanan de la legislación política de cada Estado. Es la nación por encima de
los individuos la que otorga los derechos a los españoles, que se convierten en
ciudadanos con determinados derechos y obligaciones según su condición.
Calatrava dirá: “una cosa es ser español, otra gozar de los derechos de
ciudadano”. ”. La condición de ciudadano posibilita el desempeñar cargos públicos
(art. 23) o convertirse en representantes de la nación (derecho a elegir y ser
elegido), siempre que dispusiesen de una renta anual proporcionada de bienes
propios (art. 92). De los derechos políticos están excluidos por tanto los que
no poseen dichas rentas y todas las mujeres, los empleados, los esclavos y las
castas.
Albrecht von Kalnein (U. de Meinz-Moguncia) destacó la
necesidad de avanzar en el conocimiento de la repercusión de la Constitución de
1812 en Europa Central. A lo conocido sobre su incidencia en Nápoles, Piamonte
y otros territorios de Italia, cabe añadir lo poco que aún se sabe de su
proyección en otros territorios. No suele abordar su repercusión en Prusia,
Austria y Hungría, sectores de la periferia, al igual que España del creciente
imperio napoleónico. Es un tema que ahora suscita el interés de determinadas
universidades como la de Meinz, donde ahora Kalnein iniciará un curso sobre el
liberalismo español del XIX, así como otro en Frankfurt, de la mano de un
colega de esta universidad. Apuntó que Europa debía prestar atención a lo que
el liberalismo español había aportado a la identidad cultural europea, que en
estos tiempos de crisis, y de necesidad de reforzar los lazos comunes, debían
ser debidamente investigados, conocidos
y asumidos como legado para el presente y futuro de la comunidad
europea. La Constitución de 1848 alemana, que no llegó a estar en vigor, tuvo
influencias claras de la Constitución de Cádiz.
La mesa redonda en homenaje a Ramón Solís sirvió para
recordar la ingente labor novelística del autor de la afamada Un siglo llama a la puerta y El dueño del miedo –sobre
la década ominosa- que en ambas ocasiones realizó previamente sendos estudios
historiográficos, entre los que El Cádiz
de las Cortes es su obra más destacada. Los problemas y límites de la
ficción, las deudas con la labor historiográfica, los precedentes de la
literatura galdosiana y la proyección en la creación novelística de autores
como Arturo Pérez Reverte y Jesús Maeso, fueron algunos de los asuntos más
destacados.
La conferencia de clausura de la Dra. Alicia Azuela puso el broche final a este congreso, que ha contado con una valoración muy positiva por parte no solo de los organizadores, sino también de quienes participaron en él como ponentes y comunicantes o bien como asistentes.
Tanto el Ayuntamiento como la Universidad ha lanzado el envite para que estos congresos continúen celebrándose para seguir profundizando en el "guadianesco" camino del liberalismo hasta 1823. Nuestros grupos de investigación comparten esos proyectos, pero será necesario darse un respiro para que haya margen suficiente y que las investigaciones reposen. En todo caso, el año que viene nos toca una nueva edición de los Encuentros entre la Ilustración y el Romanticismo.
Quedan todos emplazados para la próxima primavera.
¡Viva la Pepa!
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