Nobel a las mujeres

Últimamente las mujeres estamos de enhorabuena. Desde luego, en primer lugar, por el Nobel concedido a tres mujeres africanas que representan algunos de los mejores rasgos de lo que la nueva forma de hacer política "en femenino" debiera ser, una contribución a la igualdad, la paz y la justicia, sin olvidar la libertad. 

Como recuerda toda la prensa, Ellen Johnson Sirleaf, de 72 años, es desde 2006 la primera mujer africana elegida democráticamente para presidir su país.
Leymah Roberta Gbowee, de 39 años, es una activista conocida por haber organizado el movimiento pacifista que logró poner fin a la segunda guerra civil en Liberia en 2003, lo que posibilitó la elección democrática de Johnson Sirleaf.
Por su parte, Tawakul Karman, es una política yemení y activista pro derechos humanos que lidera el grupo de Mujeres Periodistas Sin Cadenas, creado en 2005.

No obstante, no deja de sorprenderme que, como en Lisistrata de Aristófanes -y en la propuesta de El Amigo de las Damas a las gaditanas de 1813 para que rechazaran a sus esposos si no acataban la Constitución de 1812-, Leymah Gbowee organizase una "huelga de sexo" para forzar a los hombres a deponer las armas en un país que en poco más de una década vivió dos terribles guerras civiles (1989-1996 y 1999-2003), gueras que, como recuerda también la prensa estos días, causaron la muerte de alrededor de 200.000 personas.
Claro que, en este caso, el plan no dio el resultado esperado y Leymah, junto con el grupo de mujeres "Women of Liberia Mass Action for Peace", hubo de recurrir a otras estratagemas no menos literarias, así que encerró con barricadas a los hombres que se habían reunido en Accra con motivo de las negociaciones y se negaron a dejarles salir hasta que alcanzaran un acuerdo de paz.

 

Afortunadamente no hace falta recurrir a estas estrategias todos los días, pero es cierto que la imaginación de algunas mujeres como ellas, y sus soluciones pacíficas, hacen de este un mundo mejor.