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domingo, 19 de febrero de 2012

Música en el Cádiz de las Cortes. Apuntes II. Música escénica.


A partir de los estudios realizados por Ana Mª Freire en Madrid sobre el teatro en la Guerra de la Independencia y los de Mª José Corredor sobre las piezas musicales dentro de la obras teatrales antifrancesas, María Gembero observa que, para el caso de Madrid, entre 1808 y 1814 abundan las comedias de autores de finales del XVIII como Gaspar de Zabala y Zamora, y principios del XIX como Francisco de Paula Martí con ilustraciones musicales de las mismas épocas Blas de la Serna en el primer caso y Manuel Quijano para el segundo. Al mismo tiempo, señala que óperas y operetas fueron los géneros musicales más apropiados para vehicular los ideales políticos, por su carácter alegórico, así como el melólogo; si bien se siguió cultivando la tonadilla, de carácter más popular.
En otras ciudades como Málaga y Sevilla, lo más significativo es que las autoridades municipales eran bastantes reacias al teatro, lo mismo que la Junta Suprema cuando se instala en Sevilla en 1809, y que la situación cambia en ambas ciudades durante la ocupación francesa, pues rápidamente se ponen en escena funciones teatrales, operísticas y de ballet, para festejar a las nuevas autoridades. Del caso gaditano y, siguiendo a Villalba, María Gembero sólo menciona La triple alianza, himno cantado en el Teatro de Cádiz en 1812, con la misma música del himno lusitano, compuesto en Londres por el J. D. Bomtempo, del que existe un ejemplar en la Biblioteca Pública de Cádiz; pero la realidad es desde luego mucho más rica. 
En el reciente estudio realizado por Alberto Romero, se pone de manifiesto cómo la música escénica cobró un papel fundamental. Las representaciones se desarrollaban en diferentes locales desde el teatrito de la «Posada de la Academia» al Teatro Principal. Ya en 1809 como recoge Ana Mª Freire se cantaba Las cuatro columnas del trono español. Opereta alegórica, obra de Freire Enciso Castrillón. Los año de 1810 y 1811 fueron, en cambio, bastante problemáticos, pues el 31 de enero de 1810, sin previo aviso, se dio la última función en el Coliseo de la ciudad. El enemigo empezaba a cercar la ciudad y no se creyó conveniente realizar los preparativos para la próxima temporada. Meses más tarde, cuando parece que el peligro no es tan grande, se produce un debate sobre la necesidad de reabrir el coliseo, pero esto sólo se logrará finalmente el 20 de noviembre de 1811, si bien algunas representaciones teatrales tuvieron lugar en el salón de la Posada de la Academia[1]. En todo caso, la cartelera de esos cuarenta días que transcurren desde la reapertura del teatro el citado día 20 y hasta el 31 de diciembre de 1811 no parece haber variado mucho en lo que a gusto se refiere respecto del teatro que solía representarse a comienzo de siglo, pues la función del día 20 (comedia en tres actos, El Desdén con el desdén, dúo de la Sra. Manuela Morales y el Sr. Segura, boleras de la Sra. Martínez y el Sr. Mariano García, y el sainete El avaro arrepentido) no parece diferir mucho de la que había tenido lugar, por ejemplo, el 9 de noviembre de 1806:
En el coliseo de esta ciudad  se representará esta noche la comedia antigua en tres actos, nunca representada en este teatro, titulada Obras son amores y no buenas razones, de Frey Don Lope de Vega Carpio; concluida se cantará una composición de don Esteban Cristiani por los Sres. José Segura, Miguel Gomara y Antonio Pineda, y se dará fin con el sainete titulado El baile desgraciado[2].

Efectivamente, la combinación comedia barroca, número musical y sainete, en este caso, además, uno del gaditano González del Castillo que incluía números de baile, dan una idea de lo que acabo de sostener. Por otra parte, del examen de la cartelera teatral de esos cuarenta días de noviembre se deduce que el número de ejecuciones de bailes y canciones es sumamente significativo, además de la notable variedad de modalidades dentro del gusto refinado y popular. Entre las canciones destacan las arias, incluidas las joco-serias y bufas, dúos de ópera, polaca, cavatinas, así como las canciones patrióticas, mientras entre los bailes se ponen en escena el minuet, la alemanda, el padedú, el minuete alemandado, el minuete afandangado, la inglesa, la guaracha, el fandango, las seguidillas manchegas, el zapateado, y sobre todo las boleras que constituye algo más del 27% del total de la ejecución de bailes y canciones de esos meses. Si a esto sumamos que las representaciones solían incluir comedias o dramas, seguidas de la combinación tonadilla y sainete, o bien, baile y sainete, o canción, baile y sainete, es posible hacerse una idea de la importancia de la música y el baile escénico, fundamentalmente de gusto popular, aunque no por ello la ópera o incluso la sinfonía de gran orquesta dejara de tener cabida para las grandes ocasiones. También conviene destacar que ni siquiera en los días de Navidad se dejaron de incluir tonadillas, sainetes, y bailes, pues durante los días 23 a 25 de diciembre se representaron los sainetes El muerto vivo y La maja majada, la tonadilla Las gallegas celosas, así como seguidillas manchegas, boleras y fandangos. La diferencia con el teatro de la etapa anterior radica, pues, en la inclusión de obras patrióticas como la España encadenada, El valiente Espoz y Mina y la Entrada del Empecinado en Valencia, así como canciones patrióticas y marchas nacionales. Es de notar que estas obras se representaban durante varios días seguidos, algo no muy habitual[3].
¿Y qué fue de la música de 1812? Lo veremos.

[1] Si se mira el Diario mercantil de Cádiz de 13 de marzo de 1811, se comprueba que «en la sala alta de la posada de la Academia se da la función de máquina real, que contiene figuras de movimiento. Harán la pieza “La segunda Edad del Mundo y el Arca de Noé” con música. Cf., p. 4.
[2] Añade la nota del periódico: En esta función hacen los principales papeles las Sras. Mariana Bermeja, Ramona García y Teresa Canal; los Sres. Antonio Rosal, Joaquín Caprara, Francisco Domínguez y José Morales. A las seis. Cf.,  Diario Mercantil de Cádiz de 9 de noviembre de 1806. Pueden verse algunos datos más en mi trabajo «José Sanz Pérez y el andalucismo teatral del siglo XIX», en Manuel García: de la tonadilla escénica a la ópera española (1775-1832), Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, pp. 87-106.
[3] Véase, por ejemplo, la cartelera del día 7 de diciembre de 1811, Diario Mercantil, p. 4.

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